41. Bitácora 2
Hasta este punto he perdido por completo la cronología de los sucesos. Todo comenzó cuando crucé aquel portal, siguiendo la silueta de una figura humana que me guiaba a un destino desconocido. Al otro lado, el sonido de aves suaves llenaba el aire, y ante mí surgía un riachuelo, cristalino y apacible. Animales deambulan en un vasto campo abierto, pero esa paz es efímera. Un eco de tambores se alza, perturbador, su sonido arrastrando la atención de las criaturas que comienzan a huir. Cada golpe de tambor acelera, y ante mis ojos, enormes edificaciones emergen en el horizonte. Rascacielos que parecen desafiar al cielo mismo, bloqueando el sol, sumiendo todo en sombras de hormigón y vidrio que me rodean, que aun siendo de cristal no puedo ver su interior, impenetrables. Solo cuando los tambores cesan, el crecimiento de estas estructuras se detiene. ...